Para poder reforzar el conocimiento aprendido tenemos algunos ejercicios/actividades que ayudaran a consolidar ese aprendizaje.
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Para poder reforzar el conocimiento aprendido tenemos algunos ejercicios/actividades que ayudaran a consolidar ese aprendizaje.
La revolución mexicana detuvo el proyecto educativo porfiriano, que más que nada se basaba en la centralización de la enseñanza primaria y la unificación de los planes de estudio en la enseñanza normal.
En algunos estados la revolución no trajo consigo cambios aparentes pero en otros, las escuelas primarias y normales estaban sometidas bajo presión debido a conflictos políticos y hasta llegaron a ser clausuradas por varios meses o años.
La participación de los maestros fue muy variada dentro de este movimiento, la mayoría de los maestros no intervino en política y continuaron trabajando sin importar el gobierno; pero otros fueron víctimas, uno de los “castigos” por así decirlo fue que en lo que respecta a su sueldo hubo retraso temporal y en ocasiones hasta indefinido, es decir a algunos no se les pagó por haber estado con el “enemigo” (constitucionalistas); existieron también los docentes que participaron al lado de grupos revolucionarios como: ideólogos, escribanos, secretarios, consejeros de los jefes, organizadores y dirigentes de campesinos y obreros; hubo quienes destacaron como jefes políticos y militares.
En el año de 1919 en el Distrito Federal la huelga de los maestros termina, quienes se manifestaban reclamando el pago de sueldos atrasados y que les regresaran el trabajo que se les había quitado por falta de dinero para poder pagarles.
Durante la revolución hubo ciertos cambios como el proyecto federalizador que incluía la enseñanza normal como una estrategia para construir un sistema nacional de educación primaria, además de que pretendía reorganizar las escuelas normales, así como la profesión, de esta forma se facilitaría el cambio de entidad federativa y se reconocería el estudio normal en todo el país.
Otro de los cambios fue reorientar la enseñanza normal mediante los planes y programas de estudios.
Existieron signos de continuidad y cambio en la profesión docente, había profesores que habían estudiado en la normal y otros no; había maestros titulados por el gobierno de cierto estado/ayuntamientos, así como también había docentes sin título.
Por lo anterior nos encontramos con que había bastante competencia y conflictos entre los maestros de distinto origen regional y los normalistas. La lucha más común era la de buscar un puesto directivo, tomar las decisiones respecto a planes, programas, métodos de enseñanza y aprendizaje, libros de texto.
El regionalismo magisterial se elevó en el Distrito Federal,
donde los maestros emigraron para poder conseguir un mejor trabajo, originando
conflictos y violencia.
El patriotismo profesional y el nacionalismo educativo y pedagógico del magisterio se combinaron y contribuyeron a vincular la política con el magisterio, principalmente en:
Durante la revolución hubo una participación activa de los maestros, mínimo había uno y en ocasiones hasta decenas. Estos pudieron incorporarse con amplia facilidad comparándolos con los universitarios ya que a los docentes no batallaron para sentirse parte del pueblo, del sector popular, de la clase trabajadora o del proletariado; por el contrario los universitarios ni los egresados de escuelas normales (de antiguo régimen) no querían encajar dentro de los anteriores.
Según información documentada por la progresiva presencia del magisterio en el Partido Liberal Mexicano, Francisco Xavier Guerra señala que los maestros del centro y sur de México se incorporaron después del triunfo de la revolución.
Solo una minoría se había aliado a la revolución, fue cuando en realidad empezó la lucha armada contra el gobierno de Huerta cuando los maestros decidieron sumarse a los grupos armados por decisión personal. Se dice que en realidad, la mayoría de los maestros de la capital de la república no fueron a la Revolución, sino que está fue la que llegó a la Ciudad de México.
Los normalistas quisieron ser distintos y ser como los universitarios, pretendían incorporar la normal a la nueva universidad, pero esta propuesta fue rechazada por Justo Sierra quien era director general de Instrucción Primaria del D.F. ya que señaló que no se debía olvidar que la enseñanza normal es asunto directo del Estado.
Instituciones de educación superior determinaron que las escuelas normales se integraran y el título de profesor de educación primaria fuese equivalente al de estudios secundarios o preparatorianos.
Pero también con la Revolución se pudo ser capaz de elegir y componer órganos de dirección y consulta, en algunos lugares hubo sistemas electivos o semielectivos para nombrar las autoridades educativas y escolares; se aumentó la participación directa de maestros, directores e inspectores escolares en la integración y toma de decisiones de órganos colegiados; hubo un incremento notable en la intromisión política en la dirección educativa y escolar; la expansión escolar ya no solo era una obligación del Estado, sino que los políticos en campaña se comprometían a llevar escuelas a los lugares que visitaban.
El primer sindicato de maestros en el D.F se fundó a mediados del periodo, los congresos pedagógicos recogían demandas profesionales y laborales, y se iniciaron las primeras huelgas magisteriales.
Uno de los legados de la Revolución Mexicana fue que se ampliaron las oportunidades políticas para el magisterio, generado por la filiación revolucionaria de maestros y del relajamiento que hubo por la movilidad política.
Después de haber pasado la revolución en el D.F hubo una gran concentración de maestros no normalistas con licencia y de egresados de las normales de los estados que se refugiaron en este distrito, apoyándose mutuamente y por la política pudieron fundar la Normal Nocturna para maestros no titulados en servicio.
Referencia bibliográfica:
"Conseguir ciudadanos lectores debe ser uno de los objetivos primordiales en todo currículo oficial. Para los alumnos ese hábito representará uno de los aprendizajes de mayor trascendencia y proyección futuras. A medio y largo plazo, este ejercicio lector modelará el talante cívico y cultural de su persona" (Molina, 2006).
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